La instalación de la nueva parroquia en la capilla ya existente fue un hecho relevante para toda la comunidad local de Las Barrancas: “…erigimos una nueva parroquia bajo la invocación del Santo Misionero Americano de la Orden de Predicadores, San Luis Beltrán (…) en la capilla denominada de Las Barrancas (…) Colocándose en ella la Santa Eucaristía, pila bautismal, campanario con campanas y todas aquellas insignias que son propias de las iglesias parroquiales.”
Las Condiciones físicas de la diócesis eran, sin embargo, un obstáculo para una labor pastoral adecuada. La extensión de la parroquia y las dificultades de las comunicaciones complicaban la labor pastoral, como señala una carta del párroco José Joaquín Días dirigida al Arzobispo en agosto de 1869: “presenta su renuncia al servicio del curato por motivos de salud arrastrados desde su juventud y agravados por el ejercicio del caballo.”
Además, las escasas entradas del curato hacían necesario solicitar nuevos derechos parroquiales; el vicario José Joaquín Díaz señala al respecto: “En esta parroquia se cobra un peso a los que llevan el féretro para conducir los cadáveres al cementerio, y cincuenta centavos si llevan también candeleras para velar a los mismos cadáveres como no son derechos prescritos por arancel, no es claro quién sea el que debe percibirlos. Por tanto a su Señoría pido, que atiendas las muy escasas entradas de este Curato (…) declare, que el párroco sea quien pueda percibir estos derechos.”
Extracto de: Archivo Parroquia Luis Beltrán.